viernes, 15 de agosto de 2014

24 de enero. 2010

-Te quiero.- Se lo había dicho así , mirándole a los ojos, tan cerca como para sentirle respirar, y se había dado cuenta de que era lo más real que había en su vida. Lo único de verdad, su única certeza. Lo único por lo que habría puesto la mano en el fuego. Ese sentimiento. Un sentimiento que días después habría deseado poder enterrar en lo más profundo de la tierra, donde no pudiera volver a torturarla lo real que había sido.
Y es que aun en ese momento, cuando había pasado tanto tiempo que ya había creído tenerlo superado, se encontró a sí misma vagando entre recuerdos, imaginando que podía volver a aquel instante en que le había dicho te quiero. Fantaseando con que si le tuviera delante no tendría que confesar ningún sentimiento, porque ya los había borrado todos.
Pero en solo un segundo comprendió que si le tuviera delante, le habría repetido todo lo que le dijo una vez. Y te quiero seguiría siendo la verdad más grande de su mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario